El material más usado era el paño de cáñamo, así como la fibra de ramio o de corteza de árbol, hasta que más tarde se introdujo la seda desde el continente. También había unos trajes más sencillos (ikan), que consistían en un calzón (sashinuki), que podía llevarse como vestido doméstico (noshi) o para la caza (karaginu). En contraste, las clases populares -y, en ocasiones, las aristocráticas- se apegaron a los trajes regionales españoles y surgió el fenómeno del majismo, que retrató magistralmente el pintor Francisco de Goya.
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