En la tranquilidad de una tarde serrana, conocí a un muchacho médico que pasó a visitar a unos parientes en camino hacia Latinoamérica, donde curaría enfermos y hallaría su destino. De manera quizás inesperada, cuando se organizó una gran marcha para reclamar la libertad de Alberto y los demás presos políticos, no solo se negó a participar, sino que sostuvo que «la marcha era un gesto inútil y que solo conseguirían que los «caguen a palos», chandal entrenamiento barcelona y que él solo iría si le daban un revólver».